PERÚ: NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ

Esta bella imagen de Nuestra Señora de la Paz se encuentra en el Santuario de Nuestra Señora de la Paz de Chiclayo, en Lambayeque (Perú).
El día 28 de julio celebran los peruanos lo que ellos llaman las "Fiestas Patrias". Fecha en la que nace la República del Perú, al desmembrarse del Imperio español.
Los obispos de la Iglesia peruana consideraron poner esta efemérides nacional y sus proyecciones hacia el futuro bajo la protección de la Santísima con el título de "Nuestra Señora de la Paz".
El que fuera obispo de Chiclayo, D. Ignacio Orbegozo, decidió realizar esta imagen, quizá para la Catedral, y la puso ante Juan Pablo II para que la bendijera. Al hacerlo el Santo Padre dijo que era merecedora de un monasterio, quizá quería decir santuario, pero el caso es que el Obispo decidió hacer el Santuario y ponerlo al cuidado de unas Carmelitas Descalzas, construyendo contiguo al Santuario el Monasterio. Todos los gustos cumplidos y cumplidos también los deberes filiales de pronta obediencia a la palabra del Romano Pontífice incluso en circunstancias no fundamentales. Filiales por consiguiente con la Santísima Virgen.
Todos en estos días pedidos por la prosperidad de Perú y por la paz en el mundo entero, peticiones que dirigimos a Dios poniéndolas a los pies de la Santa Virgen María.


FELICIDADES, PERÚ
FELICES FIESTAS PATRIAS
VIVA LA VIRGEN DE LA PAZ
HAYA PAZ EN EL MUNDO ENTERO

LA MARE DE DÉU DE MURO

Gran parte de mi familia la tengo en Muro. Es la tierra de mis antepasados por línea paterna. Mi padre, nacido en Cetla de Nuñez, una pequeña población que pertenece al municipio de Muro, ha estado siempre en estrecha relación con Muro. La familia se ha desplazado de Cetla a Muro, de manera que, a excepción de mi tío Joaquín, a quien tenía que visitar en Cetla, los demás parientes, tíos, primos, sobrinos, todos residían en Muro. Mis visitas cuando pequeño a Muro eran frecuentes. Después la vida nos ha llevado por lugares tan alejados que las visitas a donde mis familiares se ha hecho extraña, de tal manera, que no conozco ya a los hijos de mis primos hermanos, cuanto menos conoceré a los hijos de mis primos segundos. Pero no se me ha olvidado algo que para mi vida ha sido fundamental: La Mare de Déu dels Desamparats de Muro.

No voy a contar la historia de la Mare de Deu en Muro, ellos la saben y si alguien no lo sabe puede acudir a esta dirección web que pongo a continuación:
o desde aquí buscar más. Mi experiencia es de índole familiar, exactamente paterna.

Hay algo a lo que mi madre no se negaba nunca, más aún, lo animaba, era ir a Muro. Cuando decíamos de ir a Muro, a mi madre se le notaba la complacencia. Mi madre, de Cocentaina de toda la vida, se casó con mi padre y se cuidó siempre de mantener muy buenas relaciones con la familia de su esposo. Ella misma se encargaba de ir a Muro para visitar a los familiares de su esposo. Cuando yo era muy pequeño no podía distinguir si eran familiares de mi padre o de mi madre, porque ella ponía todo el cariño, el más auténtico y sincero que sabía, lo mismo ocurría con los familiares de Cetla. No podía ir a Cetla si no pasaba por casa de mi tío Joaquín, para visitar, al menos a mi tía María. Luego visitaba a unos cuantos familiares más, algo más deprisa y se dedicaba a sus tareas. Al pasar por Muro tenía que visitar a mi tío Pepe Ramón y a su esposa Teresa, para nosotros la tía Tereseta, hermano y cuñada de mi padre; pero para mi madre eran como hermanos. Luego hacía otro tanto con otros tíos y tías míos, sobre todo las Margaritas. Margarita era una prima hermana de mi padre, mi tía por tanto, que nos adoraba. La otra Margarita estaba en el rango de prima mía, cariñosa como ella sola, y se notaba que nos quería mucho como nosotros a ella. Mi tío, su padre, una gozada de hombre y sus hermanos son auténticos, sinceros, como toda la familia. La familia de mi padre, en lo que a varones toca, hombres de una pieza, sin mezcla, nobles de nobleza humana y espiritual.

A mi padre, pues, yo le acompañaba a Muro muchas veces, pero cuando que no fallábamos nunca era el día de la Mare de Déu, segundo domingo del mes de mayo. Nunca de pequeño había visto las fiestas de Muro, ni dianas ni entradas, pero el día de la Mare de Déu, iba a la Misa con mi padre. Desde Cocentaina a Muro a pie o en el tranvía, luego el regreso, siempre a pie. Con frecuencia nos quedábamos a comer en casa de uno de nuestros familiares y así podíamos estar en la procesión. Mis familiares de Muro eran espléndidos y generosos, no nos faltaba nada, sobre todo los excelentes embutidos que ellos mismos laboraban, jamás en ninguna parte del mundo he vuelto a probar cosa mejor. Así, después de la procesión, ya muy tarde, regresábamos a Cocentaina a pie por la vía del tren, que a esas horas era muy segura.

Ocho días después, regresábamos con el mismo empaque y la misma ilusión para la "pujá" de la Mare de Déu. Sólo la veía pasar por delante de la casa de mi tía Margarita y, como ya habíamos cenado, nos íbamos de nuevo a pie por el mismo lugar que el domingo anterior.

A esa imagen me entró la devoción personal; se lo debo a mi padre y a todos mis familiares que nos acogían tan generosamente y con tanta alegría. Una de mis familiares, Xelo, me ha enviado las fotos que aquí coloco. No conozco personalmente a Xelo, es nieta de mi tío Joaquín, hija de mi primo hermano Juan. ¡Cuántas veces he ido a bañarme a la balsa de mi tío Joaquín con Juan y con José Antonio, mis primos hermanos! Pues para que mi devoción perdure, dejo aquí estas fotografías de la Mare de Déu dels Desamparats de Muro.







GRACIES, MARE DE DÉU.
GRACIES, FAMILIA I AMICS DE MURO.
GRACIES, XELO.

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